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Foto del escritorMarcela Agüero

La evaluación del Aprendizaje por Proyectos: una nueva mirada, un gran desafío.

Hasta este momento nuestra cultura escolar ha promovido la realización de exámenes escrito, pero ¿es esta situación sostenible con la llegada de las competencias? ¿No debemos incorporar una mayor variedad de estrategias y mecanismos de evaluación? Pues bien, el Aprendizaje basado en Proyectos da cabida, precisamente, a una auténtica evaluación del desarrollo de las competencias y el aprendizaje y supone, por tanto, una evaluación más justa y eficaz que las normalmente realizadas con otras opciones metodológicas.

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Del examen a la evaluación global


Llega el momento de hablar sobre la evaluación, al menos por dos razones. Por un lado, la evaluación es el mecanismo que se utiliza en educación para constatar que los objetivos de aprendizaje se han alcanzado y, por tanto, el proceso de aprendizaje (y de enseñanza) ha sido exitoso. Sin una evaluación bien diseñada no podremos saber si ha habido aprendizaje ni tampoco si han surgido dificultades a lo largo del proceso.

Pero, por otro lado, también es necesario hablar de evaluación porque este es uno de los temores fundamentales del docente en relación el Aprendizaje basado en Proyectos: la dificultad de evaluar. Hemos analizado cuáles son las dificultades y los problemas percibidos por los docentes en relación con el ABP y en este sentido muchos docentes creen que el ABP no proporciona vías operativas para la evaluación, cuando es - en todos los sentidos - la situación contraria.

En primer lugar, el Aprendizaje basado en Proyectos genera una amplia cantidad

de evidencias para realizar la evaluación. Frente a modelos tradicionales que hacían recaer la evaluación en una prueba escrita al final de un período de tiempo más o menos prolongado, en una situación de aprendizaje basada en proyectos podemos analizar borradores y productos finales, textos escritos y orales, producciones audiovisuales o representaciones gráficas, audios en distintos formatos, etc. Es decir, el ABP genera más evidencias para la evaluación que otras estrategias metodológicas.

En segundo lugar, el Aprendizaje basado en Proyectos permite la evaluación tanto del proceso de aprendizaje como del resultado final. Por su propia definición, el ABP permite observar si los estudiantes están comprendiendo los contenidos que se manejan de manera mucho más clara que en otras estrategias de aprendizaje pues.

En tercer lugar, el Aprendizaje basado en Proyectos genera un contexto en el cual es más factible llevar a cabo una evaluación justa y eficaz que con otras estrategias metodológicas. Debemos ser consciente de que cualquier mecanismo de evaluación es, por principio, tendencioso en el sentido de que favorece a un tipo u otro de estudiante: un examen escrito favorece a los estudiantes con buena memoria y buena competencia comunicativa escrita, pero no favorece necesariamente a quienes tienen buena competencia oral, capacidad argumentativa o se expresan mejor visualmente o creando objetos con sus manos.

En definitiva, el Aprendizaje basado en Proyectos permite cumplir un sueño: ir más allá de la calificación para hacer una auténtica evaluación, es decir, tomar datos a lo largo de un proceso de aprendizaje para observar si están surgiendo dificultades, poder tomar decisiones para regular el aprendizaje y, finalmente, observar si efectivamente ha habido desarrollo de las competencias y aprendizaje como consecuencia de la participación en un proyecto. Esto es evaluación; a poner una nota como resultado de la realización de un examen también lo llamamos evaluar, pero en realidad deberíamos llamarlo destilación de una calificación , y destilar es un proceso distinto a evaluar, afortunadamente.

Para comprender la metáfora véase la entrada de Toni Solano en el blog EvaluAcción:

http://evaluaccion.es/2015/01/09/la-destileria-de-la-evaluacion/

  • La rúbrica como factor de transparencia y mecanismo de evaluación

Rúbrica es un término que no tenía referente ni significado en la educación en hace poco tiempo. No se hablaba de rúbricas más que en relación con la firma de un contrato o algún otro documento administrativo,pero no se hablaba de rúbricas como un mecanismo de evaluación en ningún sentido: las rúbricas son, en este sentido, unas recién llegadas y pueden servir, como indicio acerca de lo novedoso del Aprendizaje basado en Proyectos, con el cual tienen una relación directa, en nuestro contexto educativo.

Sin embargo, el doble efecto del asentamiento de las competencias claves en nuestro sistema educativo y la lenta pero imparable implantación del ABP en la escuela han conseguido que hoy todos los centros educativos y muchos docentes hayan incorporado las rúbricas a su discurso cotidiano. Otra cosa sería discutir si estas se están entendiendo y diseñando bien, si se están utilizando adecuadamente y si su uso está generando satisfacción entre los docentes , cuestiones todas ellas obviamente relacionadas.

Para empezar, describamos qué es una rúbrica. Una rúbrica es una matriz que relaciona una serie de elementos que serán evaluados (y, por tanto, a los cuales les habremos de prestar atención) con unos niveles de ejecución (normalmente entre 4 y

5 niveles a lo sumo) y unos descriptores de desempeño que permiten a los docentes

de la rúbrica establecer con cierta precisión si los alumnos se encuentran en un nivel u otro.

En este sentido, tenemos ya una cierta experiencia en el diseño y uso de rúbricas y convendría revisar algunos de estos ejemplos. En los siguientes enlaces, por ejemplo, se pueden encontrar recomendaciones y ejemplos de uso de rúbricas en el contexto de proyectos de aprendizaje:

 Sobre el diseño de rúbricas de manera clara y concisa:

http://eduteka.icesi.edu.co/articulos/MatrizValoracion

 Ejemplos de rúbricas recogidos por CEDEC:

http://cedec.educalab.es/es/noticias-de-portada/2178-rubricas

 La evaluación de proyectos educativos: rúbricas y portafolios (por

@starpy):

http://eltimbredelrecreo.blogspot.com.es/2015/08/la-

evaluacion-de-proyectos-educativos.html

 Rúbricas de evaluación en “La Cultura Evaluativa” (incluye información

sobre CoRubrics):

http://rosaliarte.com/ponencia-rubricas-de-evaluacion-en-la-

cultura-evaluativa/

 Rúbricas para la evaluación en proyectos:

http://etwinning.es/la-evaluacion-en-proyectos-viva-la-rubrica/

 Evaluación y rúbricas:

http://ceipprincipefelipe.net/aulavirtual/course/view.php?id=1 1

Vistos estos ejemplos nos gustaría centrarnos en dos ideas fundamentales en

relación con el uso de las rúbricas. En primer lugar, la rúbrica es, fundamentalmente, una herramienta para la transparencia. La principal fortaleza de la rúbrica es constituir una guía de consulta rápida y clara acerca de cuáles son las claves de un proyecto - definidas a través de la evaluación -tanto de cara a su uso por los docentes como para que las conozcan y entiendan los alumnos y las familias. La rúbrica, en este sentido, es un documento compartido entre los docentes, los alumnos y las familias y tiene el valor de un contrato firmado entre las tres partes al comienzo de un proyecto

de aprendizaje. Nuestra rúbrica es nuestro compromiso, transparente en todos los sentidos, acerca de qué estaremos observando a lo largo del proyecto y

cómo lo calificaremos al final.

Para ello, en segundo lugar, la rúbrica necesita ser complementada por otros mecanismos de evaluación. La rúbrica en sí misma no permite observar nada; solo indica que, si los estudiantes muestran ciertas evidencias en relación con un criterio, pues se considerará que se encuentran en un determinado nivel (y también recibirán una determinada calificación en relación con ese criterio).

Más allá de esta función, la rúbrica no ofrece mucho más: se necesitan estrategias como la observación sistemática, el análisis de productos recogidos en un portafolios, las entrevistas o los cuestionarios para poder recoger las evidencias y los datos que después nos permiten situar al alumno en un nivel u otro. La rúbrica sin estos mecanismos de recogida de datos no es más que una declaración de intenciones.

Así pues, nuestros proyectos de aprendizaje deben iniciarse con una rúbrica, pero deben contar con los mecanismos de recolección de datos adecuados, organizados además a lo largo del desarrollo del proyecto. Este sí es el poder revolucionario de una rúbrica: dar transparencia a una secuencia de evaluación más global y positivamente compleja que la evaluación tradicional. Hemos abierto la senda de la evaluación justa y eficaz.

  • El portafolio

Decía Manuel Bartolomé Cossío4 a principios del siglo XX: “El hombre educado no es el que sabe, sino el que sabe hacer, y transporta, mediante la acción, a la vida las ideas. Y a hacer, sólo se aprende haciendo, y a indagar y pensar, que es un hacer fundamental, pensando, no pasivamente leyendo, ni contemplativamente escuchando.” Es decir, la educación no es simplemente saber sino, fundamentalmente, saber hacer.

Sin embargo, en nuestra tradición aprender era un hecho derivado, básicamente, de escuchar y, tras alguna actividad práctica, la evidencia del aprendizaje era un texto escrito en el cual se replicaba, con tanta precisión como fuera posible, el mismo discurso que anteriormente había sido escuchado. _(Véase Manuel B. Cossío (2015). “El maestro, la escuela y el material de enseñanza”. Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, nº 100, pg. 92.)

El Aprendizaje basado en Proyectos, por el contrario, plantea ese saber hacer como eje del aprendizaje, lo cual nos plantea un dilema importante: ¿puede un examen recoger todo lo realizado durante un proyecto? La respuesta evidente es negativa y nos plantea la necesidad de contar con alguna herramienta de recogida exhaustiva de materiales que nos permita una evaluación satisfactoria de todas aquellas actividades y tareas realizadas a lo largo de un proyecto. Es decir, un proyecto de aprendizaje reclama un portafolios.

El portafolios es, por tanto, una herramienta de recogida de materiales a lo largo de un proyecto de aprendizaje.

En este sentido estaríamos hablando del portafolios como un portafolios de trabajo pues en él se almacenarían todos los materiales generados, desde borradores hasta productos finales, incluyendo artefactos (textos u otros objetos) analógicos o digitales. Aquí las cuestiones fundamentales a resolver son cómo almacenar toda esta información, como organizarla y cómo hacerla accesible cuando sea necesaria, y obviamente el uso de portafolios digitales permite realizar todas estas funciones con mucha más eficacia que los portafolios analógicos.

La otra cara del portafolios es cuando convertimos los materiales recogidos en evidencias del trabajo realizado por el estudiante, es decir, cuando convertimos el portafolios en un portafolios de muestra. En este sentido debemos recordar que el portafolios pertenece al estudiante y debe ser el alumno quien realice un primer análisis de sus materiales, tomando la rúbrica del proyecto como referencia, para ofrecer evidencias de su trabajo y su aprendizaje. (Véase, entre otros, la entrada sobre portafolios digitales en Tiching: http://blog.tiching.com/el-portafolio-digital-de-aula-como-herramienta-educativa/)

Con esta selección de evidencias después el docente podrá interpretar los materiales para establecer un juicio - tomando, obviamente, también la rúbrica como referencia.

El último paso sería el diálogo y el análisis conjunto del docente y los alumnos acerca de las evidencias seleccionadas y, por tanto, de los procesos y los productos que se han obtenido a lo largo del proyecto.

En definitiva, el uso de portafolios permite aspirar a evaluar de manera global y satisfactoria a nuestros estudiantes, así como a medir la evolución de las competencias y los aprendizajes de manera eficaz. El ser humano es mucho más complejo y rico de lo que nos muestran los exámenes, que se han convertido en una herramienta de selección de estudiantes según el estándar de la cultura escolar de la memorización y la escritura. Podemos hacer muchas otras cosas además de memorizar y escribir y un portafolios nos permite aproximarnos al aprendizaje en toda su riqueza y complejidad.

  • El Diario de aprendizaje.

Un proyecto de aprendizaje es un viaje: desde el desafío que inaugura cualquier proyecto en forma de pregunta, de reto o de problema hasta su difusión, el proyecto genera, como etapas del viaje, una serie de experiencias que son las que provocan el aprendizaje y el desarrollo de las competencias.

En este sentido, parece lógico pedirle al viajero que mantenga un diario (de aprendizaje) en el cual relate su viaje, reflexione sobre cada una de las etapas y valore, finalmente, si el viaje ha merecido la pena, cómo ha podido cubrir cada etapa y qué ha aprendido en el camino. Esto es, en esencia, un diario de aprendizaje, una actividad personal en la cual se cubren los aspectos académicos, sociales y emocionales de un proyecto de aprendizaje a través de la narración en primera persona de la experiencia vivida por el estudiante.

En este sentido, rúbricas, portafolios y diarios de aprendizaje son tres herramientas que se complementan de manera eficaz.

Así, el portafolios permite recoger evidencias de aprendizaje mientras que las rúbricas permiten valorarlas y situarlas en relación con los elementos claves del proyecto. Sin embargo, para que estas evidencias sean comprensibles es necesario contextualizarlas no solo en relación a unos criterios de evaluación fijados por la rúbrica sino también en relación con las emociones y el pensamiento del propio estudiante, y ahí es donde el diario de aprendizaje es absolutamente necesario.

Obviamente, escribir un diario de aprendizaje no es una tarea sencilla y exige también algún tiempo de entrenamiento. Así, es conveniente comenzar por diarios guiados a través del uso de plantillas o preguntas guías; de esta forma los estudiantes adoptan gradualmente no solo el hábito de reflexionar acerca de su propio aprendizaje sino también un patrón de pensamiento que les permite analizar el proceso de trabajo y sus resultados con eficacia.

A medida que el estudiante ha interiorizado el hábito de reflexionar sobre su propio aprendizaje, el diario de aprendizaje puede ir convirtiéndose en una actividad cada vez más libre, así como incorporar una diversidad de textos (orales o escritos). En todo caso, será importante mantener una regularidad en el uso del diario destinando un tiempo dentro del horario escolar para la reflexión y la gestión del propio diario.

Finalmente, el diario puede también verse potenciado por la utilización de herramientas digitales. En concreto, blogs y wikis pueden suponer dos herramientas muy útiles para que los estudiantes mantengan sus diarios en la red, ya sea en forma abierta, con los problemas que esto puede acarrear de pérdida de sinceridad, o dentro de un LMS o gestor de aprendizaje, y también de manera individual o mediante diarios grupales colaborativos.

En definitiva, el diario convierte el aprendizaje en una actividad auténticamente personal. Es la voz del estudiante que nos puede dar las claves para comprender, si se escribe con sinceridad, qué se está aprendiendo, qué está provocando problemas y, a veces, incluso cómo podemos solucionarlos.

Escuchar la voz de los alumnos significa aprender de ellos no solo para ayudarles sino para poder hacer mejor nuestro trabajo, que no es otro que guiarles y acompañarles en su proceso de aprendizaje y crecimiento.

( Véase, por ejemplo, la entrada de Joaquín Mesa en este sentido: http://evaluaccion.es/2015/01/21/diarios-de-aprendizaje/)

  • Otras estrategias de evaluación: entrevistas y cuestionarios.

¿Queda todo dicho en relación con la evaluación en el marco del ABP una vez que hemos hablado de rúbricas, portafolios y diarios de aprendizaje? Por un lado, es cierto que estas tres herramientas suponen el eje fundamental para la evaluación de los proyectos pero, por otro lado, es bien cierto que el criterio de la variedad y diversidad como factores de calidad para la evaluación justa y eficaz de un proyecto supone aceptar que otras herramientas de evaluación también pueden tener cabida en nuestro diseño. En concreto podemos hacer referencia a dos herramientas: entrevistas y cuestionarios.

Las entrevistas pueden ser una fuente inestimable de información dentro del desarrollo de un proyecto y tras su finalización. El docente puede utilizar el excedente de tiempo del cual dispone dentro del ABP cuando los estudiantes trabajan de manera autónoma para realizar entrevistas de manera individual o grupal y obtener así información de primera mano acerca del desarrollo del

proyecto. Así, el docente puede atender, con entrevistas formales o informales, a estudiantes que muestren algún tipo de dificultad o que estén claramente por encima del nivel del proyecto para intentar comprender de dónde emanan esas dificultades o cómo puede crear proyectos que se adapten de manera flexible a distintos perfiles competenciales.

En el mismo sentido, los cuestionarios pueden servir para tomar el pulso a un proyecto en un momento determinado de su desarrollo o para que lo estudiantes puedan autoevaluarse de manera sencilla pues la gran virtud de los cuestionarios es su relación costo-beneficio: permiten obtener muchos datos en poco tiempo y con relativamente poco esfuerzo. Sin embargo, es importante no dejarnos fascinar por el poder de los cuestionarios: no son más que una foto fija que nos muestra una visión parcial de los estudiantes, su aprendizaje y sus competencias y, por tanto, su uso debe ser discreto pues podría transmitir a los estudiantes la imagen errónea de que, a pesar del trabajo realizado durante el proyecto, lo importante son los datos obtenidos por el cuestionario, reforzando así la visión tradicional de la educación.

En resumen, el Aprendizaje basado en Proyectos favorece que se utilice una amplia variedad de estrategias y mecanismos de evaluación. Sin embargo, en todo momento debemos ser conscientes del mensaje que nuestra evaluación lanza a los estudiantes acerca de cuáles son los objetivos fundamentales del proyecto: una buena evaluación puede convertir a un proyecto pobremente

definido en una gran experiencia de aprendizaje pero una mala evaluación puede estropear un buen proyecto si acaba convirtiéndolo en una simple excusa o un entretenimiento desligado de la evaluación. La evaluación, nos guste o no, tiene este poder de situar el foco de atención del alumnado (y sus familias) sobre aquello que es evaluado. Usar este poder con sabiduría es uno de losaspectos más complicados del trabajo de un docente.

( Véase la experiencia de Danial Sánchez en torno a la evaluación dentro del marco del ABP en http://evaluaccion.es/2014/12/26/evaluar-maldita-palabra/)

Fuente: Evaluación del ABP ScolarTic

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